martes, 30 de octubre de 2007

No somos huérfanos.

Una de las promesas que nos hizo Jesucristo más impactantes y más profundas fue cuando nos prometió su Espíritu Santo.

“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro consolador, para que esté con vosotros para siempre: El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce, pero vosotros le conoceís, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos”

Juan 14:1618

Hay mucho que estudiar con este pasaje, pero vamos a empezar enfocándonos con la parte final de éste; Cristo nos promete que “…no nos dejaría huérfanos.”

Y vamos a estudiar punto por punto todo lo que significa lo que nos dijo.

1. Se nos ha hecho en la mente una idea de que Dios se hizo hombre y caminó entre nosotros por un periodo de 33 años, y después de esto se fue a los cielos. Hasta allí vamos bien. Pero se nos queda en la mente que Dios está en el cielo. Y ese ha sido un grave error de percepeción. El cual nos afecta en nuestra relación con nuestro Dios. Dios está aquí entre nosotros. Mas cerca de lo que te imaginas. Cuando Él nos dijo que no nos dejaría huérfanos, cunplió su promesa. Él está aquí en medio de nosotros.

Por lo que debemos aprender a relacionarnos con Él bajo esa perspectiva. Muchos critsianos oramos pensando en que nuestras oraciones “suben” al cielo, a una altura desconocida e inimaginable del universo. Y perdemos de vista que Él está aquí en la Tierra.

Cierto. El Padre y El Hijo están en su trono. Pero el Espíritu Santo está en la Tierra. Se pasea entre nosotros y se relaciona con los cristianos. Sólo que muchos no alcanzan a percibir qué tan cerca está de nosotros. Te asustarías se te dieras cuenta de lo mucho que está cerca de tí. Y de las muchas veces que te ha hablado.

Algunos me dicen: “Oye pero ¿cómo? qué…¿no está dentro de mi? ¿acaso no mora el Espíritu de Dios en mí desde que soy cristiano? Y la respuesta es obvia; ¡claro que sí! Y dice la Biblia que toda la plenitud de la deidad. En otras palabras, no es una partecita de Dios es Dios completo viviendo en nosotros. Eso está claro.

Lo que debemos entender es que hay momentos determinados en lugares determinados donde Dios se manifiesta de una manera específica. Y con momentos y lugares no me refiero a un “lugar especial” o una “alabanza especial” me refiero a espacios de tiempo y lugar que Dios elije para manifestarse como persona. como algo externo a nosotros.

Curiosamente la palabra que se usa en el Nuevo Testamento para referirse a “Buscar a Dios” es ekzeteo que significa “buscar fuera”. Cuando vi el significado me llamó la atención porque hay muchos que eseñan que tu búsqueda de Dios debe ser interna. Y la verdad tienen razón. La mayoría de las veces debemos buscar dentro del templo que somos al Dios que vive en nosotros, pero, y lo repito: pero hay una búsqueda especial de Dios, la que te lleva a encontrarte con Dios de una manera externa a ti.

Para entender esto debemos analizar lo siguiente; una cosa es la presencia universal de Dios llamada omnipresencia. Pero hay otra forma de Dios para presentarse, es con su presencia manifiesta.

Dicha presencia manifiesta la vemos por toda la Biblia. En el Antiguo Testamento, vemos que Dios se manifestó de manera muy difierente cada vez que lo hizo. En una ocasión como zarza ardiendo, en otra como una columna de fuego y otra de nube, en otra ocasión como un susurro sutil, y así podemos ver que Dios se manifiesta de manera única en determinados momentos. Más allá de su omnipresencia.

Y eso no ha cambiado, el nuevo pacto no cambió Su forma de ser y Su forma de presentarse, no podemos limitar a Dios a sólo “caminar por fe”. Nos perderíamos muchas oportunidades de conocerlo en algunas de sus manifestaciones externas a nosotros mismos.

Dios es una persona y camina entre nosotros. Tus oraciones no tienen que hacer un trámite burocrático para que lleguen al cielo, Él está en tí y está a tu lado.

2. En una definición textual de huérfanos se dice que aquellos que han perdido a los padres, pero en una interpretación popular se dice de aquellos que quedan abandonados. El concepto de abandono es relacionado con la horfandad.

Y es allí donde también Jesucritso nos estaba hablando. No vamos a ser abandonados. Dios siempre estará con nosotros, dentro de nosotros y a lado de nosotros.

Creo que hemos reducido el concepto de la fe a un trámte sólo para estar seguros de que Dios existe. Creer sólo para asegurarnos que Dios existe. Y yo creo que la fe nos sirve para dar un paso más: Hablar con Él como persona que está a nuestro lado. Y que va siempre con nosotros. En el coche, en el mercado, en la escuela, en la casa, en la oficina.

Cuando tenemos un buen amigo y estamos con él se nos pasa el tiempo y muchas veces nos acompaña en nuestras labores del día y el tiepo se nos hace corto y agradable, Lo mismo y mejor es con Dios. El va a todos lados con nosotros, muchas veces callado esperando que inicies la conversación.

La fe nos debe llevar a la acción, no sólo a la seguridad de la existencia en un Dios supremo. Esa acción es tratarlo como una persona. Una persona que quiere estar contigo y que pagó un percio muy alto para poder tener una relación contigo. No fue gratis. Y todo porque él quiere establecer una relación íntima contigo.

En la versión de lenguajes sencillo de SBU Hebreos 11:6 dice asi:

“…Para ser amigos de Dios hay que creer que él existe, y que sabe premiar a los que le buscan.”

Muchos quedan satisfechos con dejar de buscar a Dios porque “han crecido en la fe” y ahora su fe les da seguridad de que existe Dios y es bondadoso con ellos, pero lo que dice la Biblia es que la fe es apra que podamos ser amigos de Dios.

No podemos ser amigos de Dios “por fe”, no la fe es para acercarnos a ÉL sabiendo que quiere que seamos amigos de Él.

Y no se puede ser amigo de nadie si no se lleva una relación cercana. Para ser amigo de alguien se debe frecuentar, platicar, compartir tristezas y alegrías, ¡y es eso lo que Dios está buscando con sus hijos!

Cuántas veces hemos reducido nuestros tiempos de oración a simples lecturas de listas de peticiones diarias. La amistad con Dios es mucho pero mucho mas que hacerle peticiones. Es pasar tiempo con Él, conocerlo, buscarlo, en fin igual que una amistad aquí en la Tierra.

3. Al decirnos que no nos dejará huérfanos también nos da la seguridad que Él está las 24 horas con nosotros. Ese en sí ya es ganancia, en lo que debemos meditar ahora es en hacer una diferencia entre hacer una cita con Dios y pasar el día a su lado.

Hacer una cita con Él es apartar un tiempo específico para estar con ÉL. Para platicar para hacer preguntas o simplemente para contemplarse. Si eres casado estás comprometido piensa en las citas con tu novia. Donde se dan un espacio de tiempo y espacio para estar juntos. Más allá del trabajo o escuela, y sólo se dedican a estar juntos. Y al ahora de despedirse cuestá mucho, y se despiden y se despiden y no se van. Y muchas veces no hay palabras que decir simplemente disfrutan de la presencia de la persona amada.

Imagínate que tu novia o novio, te dijera; “ya no me vas a ver pero te dejo esta carta donde me puedes seguir amando sólo por fe”. Lo mandamos a volar ¿verdad? Igual pasa con Dios, Él es el primero que nos quiere cerca de Él y ha hecho mucho por que podamos ser sus amigos.

Debemos buscar citas con Él lo más posible, pasar el mayor tiempo que podamos con Él, buscar su amistad.

Y también debemos saber que podemos mantener una relación de todo el día porque sabemos que Él va siempre con nosotros. Para mi, creo que eso es “orar sin cesar”, el hecho de mantener una conciencia de Dios la mayor parte posible del día, y es casi inevitable no hablar con ÉL. Es como si tu hijo, tu esposa, tu amigo fuera a tu lado y lo ignoraras, cuando alguien nos acompaña, el vínculo es la plática, claro ya podremos discutir que a veces estamos callados pero disfrutamos que Él está alli.

4. Al decirnos que no nos dejará huérfanos también nos enseña que contamos con un vínculo vivo con nuestro Padre. Cuando un padre abandona a su familia, los hijos son puestos a un lado y aún cuando el papá está vivo, no conviven con él o conviven muy poco, justo lo necesario para sobrevivir. Eso es abandono. Pero cuando un padre muere, la única relación que queda son los recuerdos. Y de esa horfandad es de la que nos rescató nuestro amado Padre.

La Biblia no es un álbum de recuerdos. Es un libro que nos enseña que debemos perseguir una relación viva con el Dios Vivo.

Tenemos un vículo con un Dios vivo. Nuestro Padre no nos abandonó y nuestro Padre no ha muerto. El propósito desde un inicio para nosotros, fue restaurar nuestro vínculo familiar con Él. Y ya todo está hecho. Lo único que debemos hacer es empezar a relacionarnos con Él.

Aclaración; no me refiero a “orar y leer la biblia” lo incluye pero no me refiero a eso. Nos hemos hecho una idea mental de un Dios lejano. Como que mentalmente tenemos conceptualizado que Dios está en la “nueva Jerusalén” a millones de años luz de la tierra y de nosotros.

Esa idea mental hace que así nos relacionemos con Él. Pensando que la única manera de comuincarnos es através de faxes espirituales. “Esperando que un día de estos le lleguen y que tenga tiempo para leerlos” y por si fuera poco esos fascímiles son una larga lista de peticiones.

Esta misma percepción hace que nuestras oraciones sean monólogos aburridísimos. Donde no le damos a Dios la más mínima oportunidad de respondernos.

La relación a la que me refiero empieza por aprender a dialogar con Dios. Y continua con el deseo de conocerlo más y más cada día. Qué lo pone contento, qué lo entristece, qué lo hace enojar, pasar ratos a solas con Él donde no importa nada de lo que pasa a nuestro alrdedor, hacer preguntas…recibir respuestas. ¡Una relación! Es nuestro Papá.

No nos vaya a suceder que cuando lleguemos al cielo le digamos…¡hasta que te conozco! Él quiere que lo conozcamos aquí en la Tierra. Dice la Biblia que Dios es Dios de vivos.

El otro.

Ahora bien por otro lado vamos a estudiar lo que siginifica la palabra el otro en este mismo pasaje. Recordemos lo que dice:

“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro consolador, para que esté con vosotros para siempre…”

La palabra original es allos que siginifica: “otro de la misma clase”. en otras palabras diferente a mí pero igual a mi. Por eso debemos estar bien seguro que Jesús nos hablaba del Espíritu Santo como una persona que estaría en su lugar cuando el fuera ascendido a los cielos. Cierto, Jesús se fue al cielo, pero el Espíritu Santo se quedó entre nosotros, y es una persona viva y real. Que busca que nos realcionemos con Él precisamente como una persona cercana. Y no como un Dios de otra galaxia.

Jesús estuvo físicamente en la Tierra, con el Espíritu Santo se trata de percepciones en nuestro espíritu reales, tal vez no podamos verlo con nuestros ojos físicos, pero sí podemos percibirlo, y debemos aprender a identificarlo cada día más. Porque es real que Él está entre nosotros, caminando en la Tierra.

Y por eso podemos decir “he visto a Dios”.

Armando Carrasco Z.

jueves, 11 de octubre de 2007

Poseído por el Espíritu Santo II

En todo el libro de Jueces vemos un patrón de la llenura del Espíritu Santo. Y menciono Jueces por lo que vimos anteriormente de Gedeón que fue poseído por el Espíritu del Señor.

Ese patrón es el siguiente; la gente clamaba a Dios por auxilio y Dios respondía preparando a alguien para solucionar el problema, esa “preparación” no era otra cosa que la llenura del Espíritu Santo. Era la saturación de la presencia de Dios en una persona.

Por lo que podemos concluir que muchas veces la llenura del Espíritu Santo empieza con un llamado de parte de Dios para realizar ciertas tareas. Dios te llama y Dios te llena, Dios te llama y Dios te capacita.

Lo que no se puede lograr en lo natural se puede lograr con la llenura del Espíritu Santo. Esta llenura no es un adorno. Es la capacidad de lograr cosas extraordinarias y espectaculares.

Dios todavía está interesado en mostrarse espectacularmente. El tiene la capacidad de hacer un milagro en tu vida. De abrir brecha donde no la hay, de crear un manantial en pleno desierto. De dar buenas noticias donde te han dado malas noticias, de cambiar diagnósticos. De cambiar vidas.

Ahora bien, también podemos encontrar en la Biblia otro patrón de la llenura del Espíritu. El cual empieza con oraciones apasionadas buscando Su presencia y su llenura.

Dice la Biblia en Lucas 11:13 “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”

Este versículo es muy claro se puede pedir que seamos llenos del Espíritu Santo y la respuesta de Dios es “si ya va en camino”. Nunca, nunca vamos a recibir un “escorpión” o una “mala dádiva”. La respuesta a las oraciones pidiendo el Espíritu Santo son contestadas con el Espíritu Santo.

Vemos en todo el libro de los hechos de la llenura del Espíritu del Señor cuando oraban, cuando buscaban apasionadamente esa plenitud.

Y no se acabó allí, hoy cuando clamamos el Espíritu Santo viene sobre nosotros y nos llena y nos satura con Su Presencia.

Es la realidad de Dios que se manifiesta en un momento y lugar determinado saturando nuestras vidas al máximo. Es la posesión del Espíritu Santo en nosotros y es actual.

A veces, Él sólo está esperando que se lo pidas.

Armando Carrasco Z.

lunes, 8 de octubre de 2007

Poseído por el Espíritu Santo.

Dice la biblia en Jueces 6:34

“Entonces Gedeón, poseído por el Espíritu del Señor, tocó la trompeta, y todos los del clan de Abiezer fueron convocados a seguirlo”.
NVI

Este pasaje lo había leído muchas veces pero nunca lo había hecho en la Nueva Versión Internacional, y me gustó mucho. Por que a veces leemos palabras más suaves para decir que una persona fue llena del Espíritu Santo. Pero decir que fue poseído por el Espíritu de Dios nos aclara perfectamente de los que se trata.

Hay ocasiones en las que las personas son poseídas por Dios para hacer cosas extraordinarias. En las que sólo así se pueden hacer. Esa es la llenura del Espíritu Santo.

Aclaremos algo, cuando una persona es poseída por el Espíritu Santo de ninguna manera es como una posesión demoniaca. Es total y absolutamente diferente. Por varias razones:

1. El Espíritu Santo siempre respeta y cuida tu persona. Aún puedo decir que tu voluntad. No te obliga a nada ni toma control de ti obligándote a hacer cosas involuntarias. Mientras que un espíritu inmundo sí lo hace, roba tu voluntad y personalidad. Obligándote a hacer cosas contra tu voluntad.

2. El Espíritu Santo tiene un propósito muy claro de lo que quiere hacer contigo y siempre son cosas buenas y de efectos eternos. El fruto de una llenura del Espíritu Santo siempre es bueno. No así el de un chamuco que se posesiona de una persona en la que el propósito es lastimar a la persona y a los que lo rodean, su fruto siempre va a ser la inmundicia.

3. El Espíritu Santo siempre te da libertad. En todos sentidos te hace libre. Una visitación del Espíritu Santo siempre te va a llevar a la libertad. Esa es una de las características del Él; Su libertad. Mientras que un espíritu maligno lo primero que hace es esclavizarte. Convertir tu vida en una prisión. Manejarte de tal manera que lo obedezcas en todo, llevándote a vivir una vida de esclavitud.

4. El Espíritu Santo siempre, siempre te va a dejar una sensación del gran amor de Dios. Te deja impregnado un aroma agradable y armonioso que refleja el amor de Dios. Dios es amor y cuando eres lleno del Espíritu Santo se manifiesta ese amor de una manera tangible. Al contrario con un espíritu inmundo, las emociones se tornan confusas y enfocadas al odio y al rencor, llevando a la persona a manifestar esos sentimientos para herir a quien lo escuche.

5. El Espíritu Santo siempre te va a llevar a adorar a Jesús. El punto más importante es que una llenura del Espíritu Santo te va a guiar a adorar a Jesús. Él es el principal impulsor de la adoración a Cristo. No así el enemigo que busca a todo lugar quitar la adoración al Rey o robar esa adoración para él mismo.

Hoy miles de años después de esta historia que leímos de Gedeón, poseído por el Espíritu Santo, Dios sigue buscando hombres y mujeres que quieran ser llenos de Su Santo Espíritu para hacer Sus obras.

Armando Carrasco Z.

jueves, 4 de octubre de 2007

Lo que nos enseñó Simeón.

Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón,
y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel;
y el Espíritu Santo estaba sobre él.
Y le había sido revelado por el Espíritu Santo,
que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor.
Y movido por el Espíritu, vino al templo.
Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo,
para hacer por él conforme al rito de la ley,
él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo:
Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz,
Conforme a tu palabra;
Porque han visto mis ojos tu salvación,
La cual has preparado en presencia de todos los pueblos;
Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel.


Lucas 2: 25-32

Este pasaje es fenomenal. Vemos a un hombre llamado Simeón. Dice la Biblia que era justo y piadoso y que esperaba la consolación de Israel.

Simeón como muchos otros judíos esperaban que Israel fuera liberado del yugo romano y esperaban que el mesías apareciera para encontrar esa libertad tan anhelada, o que por lo menos un caudillo se levantara en armas y derrocara a sus opresores.

La piedad, de acuerdo al diccionario es una virtud inspirada en el amor de Dios y al prójimo que te conduce a realizar actos de amor y compasión. Entonces si Simeón era piadoso entendemos que era un hombre activo en lo que creía. No sólo se sabía de memoria las Escrituras sino que las ponía en práctica. eso lo coloca en el terreno de la acción, por lo que cuando la Biblia dice que esperaba la consolación de Israel, no lo hacía de forma pasiva, sólo deseando que sucediera un milagro, sino que hacía uno de los mejores actos de amor; la oración.

Simeón nos enseña 4 cosas del Espíritu Santo:

1. El Espíritu Santo estaba sobre él. A través de todo el Antiguo Testamento vemos personas en las cuales el Espíritu Santo venía sobre ellas y hacían grandes prodigios y maravillas. Todo el libro de Jueces está repleto de testimonios de lo que puede hacer el Espíritu Santo en una persona.
2. El Espíritu Santo le reveló su destino. Simeón vivió con la promesa de no morir hasta que sus ojos vieran al Salvador. Eso se lo dijo el Espíritu Santo.
3. Simeón es movido por el Espíritu Santo. Hemos visto que el Espíritu Santo nos maneja por impulsos, y nos transporta a donde Él quiere. De esta manera Simeón fue conducido por Dios al lugar y al momento del encuentro prometido.
4. Tomó a Jesús y lo bendijo. Cuando Simeón vio al niño lo reconoció. Pudo ver la palabra de Dios cumpliéndose en ese momento. Y tomó al niño y lo bendijo. Sus manos tocaron la promesa. Se hizo tangible.

Cuando la oración es activa, se convierte en un dialogo continuo. Uno habla; Dios responde. A veces responde en el mismo momento de la oración pero muchas otras lo hace durante el transcurso del día, de la semana, del mes, del año o de la vida.

La oración se convierte en un diálogo con Dios, de manera que podemos entablar charlas que pueden durar todo el transcurso de la vida. Y así era la vida de Simeón. Imagínate cuando el Espíritu Santo le dice que no va a morir hasta que vea al Salvador. Además de ser una palabra “bonita y esperanzadora” se convirtió en un motivo de plática continua con el Espíritu Santo.

A veces una situación desesperada te lleva a activar la oración más allá de una lista de peticiones, te conviertes en un buscador de Dios. Donde no te importa nada más que estar con Él. Y cuando menos lo esperas Él está reposando sobre ti. La oración de búsqueda intensa y genuina te abre las puertas a una relación cercana con el Espíritu Santo.

Ese en esa dimensión en la que Dios te revela tu destino. Pero no termina allí, eso es apenas el comienzo, empiezas a caminar en dirección a tu destino, y en el momento oportuno Él mismo te conduce al lugar y la hora señalada, al lugar y la hora de tu destino.

Armando Carrasco Z.

lunes, 1 de octubre de 2007

El impulso del Espíritu Santo II

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.” Romanos 8:14

La palabra en griego es “ago” que significa conducir o traer de un lado a otro, o transportar de un lado a otro.

Por lo que también podemos leer este pasaje así: “Los que son transportados por el Espíritu Santo, éstos son hijos de Dios” ó: “Los que son impulsados por el Espíritu Santo, éstos son hijos de Dios”.

El sello de garantía del nuevo nacimiento es el impulso del Espíritu Santo en tu vida.

Por eso es necesario sensibilizarnos a su prescencia en nuestras vidas y a su actividad en nosotros.

Los impulsos del Espíritu Santo nos llevan a experimentar Su persona. El impulso en mi carro de la anécdota que comenté, es sólo un ejemplo del poder que tiene el Espíritu Santo y su intervención en nuestra vida diaria, pero cuando nos damos cuenta que nuestra vida tiene la fuerza de los impulsos del Espíritu Santo, entonces podemos ver que Dios está directamente involucrado en todo lo que hacemos.

Su actividad está directamente relacionada con nuestra relación con Él. Simplemente porque es una persona. Tú no puedes casarte con una persona que no conoces, que no ves, y que no tienes comunicación con ella. Por ejemplo tu sabes quién es Salma Hayek, pero no porques sepas quién es puedes tener una relación con ella, y mucho menos puedes acceder a su cuenta bancaria ni siquiera un favor.

Con el Espíritu Santo sucede algo similar. Conocerlo como persona y relacionarnos con él activa los impulsos que tiene para llevar nuestra vida a lugares y situaciones de destino.

Él es Dios y habita aquí en la Tierra. Y tiene la fuerza y poder para impulsar tu vida y sacarla del hoy en el que te encuentras. Porque para Dios todo empieza por lo que le interesa, y en este caso su interés está en tener una relación contigo, no sólo de sacar tu vida de los problemas.

Si ya has nacido de nuevo, te invito a que des un paso más, busca la precencia del Espíritu Santo y entabla una relación cercana e íntima con Él. Y verás los cambios y un panorama totalmente diferente en tu vida.

Él está aquí en la Tierra, más cerca de lo que te imaginas.

Armando Carrasco Z.