Hay muchos pasajes donde vemos que el fuego es una manera de representar al Espíritu Santo. Pero hoy vamos a ver dos, la primera es la zarza ardiendo que no se quemaba que vio Moisés.
“Y se le apareció el Ángel del Señor en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza no se consumía” Éxodo 3:2
Moisés estuvo en contacto con una manifestación visible de Dios. Lo que estaba viendo no era lógico, una zarza en medio de un fuego que no la consumía. Por otro lado vemos en el nuevo testamento otro fuego:
“Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentado; y se les aparecieron lenguas repartidas como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos” Hechos 2:2-3
Dice que lenguas como de fuego. Estaban sobre ellos pero no los quemaba. La gente podía ver esa flama pero no se podía explicar razonablemente lo que sucedía. La gente que acudió a ver lo que pasaba no podía entender lo que estaba sucediendo en ese lugar.
En ambos casos que se presentó el fuego había una misión por hacer; liberar a los cautivos. Liberar a la gente de Dios que estaba en esclavitud. Una razón de peso para ser llenos del Espíritu Santo es tener el fuego, el denuedo y la capacidad de liberar a la gente que todavía esta cautiva.
Jesús dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos…” (Lucas 4:18). Ser lleno del Espíritu Santo te da la capacidad de cumplir con el llamado universal de liberar a todos aquellos que todavía se encuentran en esclavitud.
Muchas de las cosas del Espíritu Santo son inexplicables a la mente humana. Las vemos pero no son coherentes. Pero tienen un propósito. No son el “espectáculo de Dios” no es la parte “show” del evangelio, es el poder de Dios para que vayamos y compartamos las buenas noticias.
No es casualidad que Dios le pidiera a Moisés que se quitara sus sandalias (Éx.3:5) Pablo dice claramente que el calzado es el apresto del evangelio. En ese tiempo todavía no había evangelio que anunciar, sin embargo a nosotros si nos pide que nos calcemos los pies con el evangelio, (Ef. 6:15).
En nuestros días todavía hay gente cautiva que Dios quiere liberar y Él sigue derramando su Santo Espíritu, no dudes en dejarte llenar por Su Presencia.
Armando Carrasco Z.
lunes, 27 de octubre de 2008
lunes, 20 de octubre de 2008
Su Presencia hermosea el templo
Los hijos sabemos que somos el templo. Un tempo viviente para un Dios viviente, seres vivos para un Dios vivo. Esa es nuestra principal función, ser templo del Dios vivo. Algo incomprensible para la razón humana, no se puede comprender con la mente cómo es posible que el Creador del universo viva en el hombre-templo.
Cómo es posible que ni siquiera el universo infinito pueda contener a Dios y que nosotros como templo podamos decir que Dios vive dentro de nosotros. Simplemente no lo podemos racionalizar, sólo sabemos que así es.
Muchas personas incrédulas, pero con un hambre genuina de entenderlo o de querer creerlo preguntan cómo sabemos que así es. Y hay dos respuestas, la primera y digamos la más básica es que lo sabemos por fe. Porque creemos lo que la Biblia dice al respecto y decidimos creer esa verdad. Una vez que hemos declarado y creído que Jesús es el Señor, entonces Él mora en el creyente, y dice la Biblia que en Cristo habita “toda la plenitud de la Deidad” en otras palabras no es un “pedacito de Dios”, sino todo Él. (Colosenses 2:9-10).
Pero la otra parte es porque podemos ver que nuestro templo es llenado con Su Presencia. No podemos decir qué es pero nosotros y la gente se da cuenta.
Vamos por partes, dice la Biblia en el salmo 93:5 (Versión de lenguaje sencillo): “Tu presencia da a tu templo una belleza sin igual”. Algo pasa en nosotros, su templo, cuando somos llenos de Su Presencia. Cuando Él rebasa nuestra fe y nos satura con Su Espíritu Santo que trasciende y nos embellece.
Recuerdo una ocasión que un amigo oró por mi esposa. Cuando terminaron de orar, ella tenía algo en su rostro, yo no sabía cómo definirlo pero era evidente que su rostro reflejaba algo mas que paz. No se ni cómo describirlo pero tenía algo notorio y evidente. Al otro día nos encontramos a unos amigos y al saludarnos nos dijeron que algo le notaban a mi esposa…pero no sabían qué le veían, le preguntaron si había cambiado de lentes, que si se había pintado el pelo, pero no pudieron definir qué le veían diferente, sin embargo era evidente que algo tenía.
Y no era otra cosa que la llenura de la Presencia de Dios en su vida, la había hermoseado. Me imagino que ese algo no definible pero evidente es lo que los grandes pintores quisieron reflejar en los cuadros de los santos al ponerles la aureola.
La gente veía que brillaban, que algo bonito tenían en sus caras, era precisamente la llenura de la presencia divina.
Si eres un templo no lo dejes vacío, deja que te inunde en este momento Su Presencia.
Armando Carrasco Z.
Cómo es posible que ni siquiera el universo infinito pueda contener a Dios y que nosotros como templo podamos decir que Dios vive dentro de nosotros. Simplemente no lo podemos racionalizar, sólo sabemos que así es.
Muchas personas incrédulas, pero con un hambre genuina de entenderlo o de querer creerlo preguntan cómo sabemos que así es. Y hay dos respuestas, la primera y digamos la más básica es que lo sabemos por fe. Porque creemos lo que la Biblia dice al respecto y decidimos creer esa verdad. Una vez que hemos declarado y creído que Jesús es el Señor, entonces Él mora en el creyente, y dice la Biblia que en Cristo habita “toda la plenitud de la Deidad” en otras palabras no es un “pedacito de Dios”, sino todo Él. (Colosenses 2:9-10).
Pero la otra parte es porque podemos ver que nuestro templo es llenado con Su Presencia. No podemos decir qué es pero nosotros y la gente se da cuenta.
Vamos por partes, dice la Biblia en el salmo 93:5 (Versión de lenguaje sencillo): “Tu presencia da a tu templo una belleza sin igual”. Algo pasa en nosotros, su templo, cuando somos llenos de Su Presencia. Cuando Él rebasa nuestra fe y nos satura con Su Espíritu Santo que trasciende y nos embellece.
Recuerdo una ocasión que un amigo oró por mi esposa. Cuando terminaron de orar, ella tenía algo en su rostro, yo no sabía cómo definirlo pero era evidente que su rostro reflejaba algo mas que paz. No se ni cómo describirlo pero tenía algo notorio y evidente. Al otro día nos encontramos a unos amigos y al saludarnos nos dijeron que algo le notaban a mi esposa…pero no sabían qué le veían, le preguntaron si había cambiado de lentes, que si se había pintado el pelo, pero no pudieron definir qué le veían diferente, sin embargo era evidente que algo tenía.
Y no era otra cosa que la llenura de la Presencia de Dios en su vida, la había hermoseado. Me imagino que ese algo no definible pero evidente es lo que los grandes pintores quisieron reflejar en los cuadros de los santos al ponerles la aureola.
La gente veía que brillaban, que algo bonito tenían en sus caras, era precisamente la llenura de la presencia divina.
Si eres un templo no lo dejes vacío, deja que te inunde en este momento Su Presencia.
Armando Carrasco Z.
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