sábado, 12 de septiembre de 2009

Aún de muerto III

Sigamos analizando el pasaje de 2 Crónicas 13:21

“Y aconteció que al sepultar unos a un hombre, súbitamente vieron una banda armada, y arrojaron el cadáver en el sepulcro de Eliseo; y cuando llegó a tocar el muerto los huesos de Eliseo, revivió y se levantó sobre sus pies”

Ya vimos dos puntos importantes de este pasaje pero ahora analicemos un tercero. Dice este pasaje “…cuando llegó a tocar el muerto…” Todo lo que sucedió fue porque el cuerpo tocó los huesos del profeta.

Tocar es importante en la Biblia. En una gran cantidad de pasajes podemos ver lo que sucedía cuando hay un “toque”. Algo se transmite cuando tocamos o cuando nos tocan.

El aceite, que representa el Espíritu Santo, puede estar allí, listo para usarse pero si no tiene contacto no puede ejercer sus virtudes. El aceite necesita tocar aquello que va a transformar.

La forma más básica de transmitir la unción es tocando. Por eso la imposición de manos, por eso frases y cantos que dicen: “Tócame Espíritu Santo”. Hay algo especial cuando imponemos las manos sobre alguien. La unción se transmite.

Visualízalo así; imagínate que tienes las manos llenas de aceite. Cuando oras por las personas y no las tocas el aceite se queda en tus manos, pero cuando las tocas ese aceite se transfiere aquellos por los que oras. Es importante tocar, es la forma más básica de transmitir la unción.

Ojo: no estoy diciendo que siempre hay que imponer manos para que Dios sane, no, no estoy diciendo eso. Porque sé y he visto que muchas veces Dios “Toca” a las personas sin que nosotros impongamos manos. Sin embargo hay un “Toque” divino. El toque se da, sea por el hombre o sea por Dios.

Busca la unción y transmítela. Úsala. Toca con tus manos. El aceite que tienes es para ser usado. No te compliques usa la forma más básica fácil y rápida de transmisión que es por la vía del toque.

El contacto es la forma con la cual percibimos que Dios es real, donde nos damos cuenta que Dios literalmente nos toca.

Armando Carrasco Z.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Aún de muerto II

Continuando con nuestro pasaje de 2 Reyes 13:21 que dice:

“Y aconteció que al sepultar unos a un hombre, súbitamente vieron una banda armada, y arrojaron el cadáver en el sepulcro de Eliseo; y cuando llegó a tocar el muerto los huesos de Eliseo, revivió y se levantó sobre sus pies.”


Analizaremos ahora lo siguiente: La unción puede resucitar muertos. Conozco a muchas personas que han nacido de nuevo, que se han convertido en hijos de Dios pero que por alguna razón se han alejado de Papá, viviendo una vida de oscuridad, muertos en vida. Tal vez el pecado, el desánimo, la depresión o cualquier otra cosa los ha llevado a vivir sin Dios y esto los lleva invariablemente a la muerte espiritual.

Y por más que uno trata de convencerlos y persuadirlos para que regresen a casa de Papá, no existen palabras capaces de convencerlos.

Es en este punto donde la unción tiene su lugar. Sólo con ella podemos “resucitar” muertos. De nada sirven nuestras palabras si no van acompañadas de poder. Mira lo que dijo Pablo en 1 Corintios 2:4-5 :

“ y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría humana, sino en el poder de Dios.”


Cuando la unción está en tu vida no necesariamente tienes que hablar, simplemente se transmite. Precisamente como Eliseo que estando muerto obviamente no dijo una sola palabra, no oro, ni clamó al cielo por un milagro, simplemente la tenía, la unción estaba tan impregnada hasta sus huesos que bastó tocarlos para que el soldado reviviera.

Tienes más resultados con un minuto con unción que con una hora de sabia consejería. Si queremos ayudar a aquellos que amamos y que andan “muertos” debemos buscar la unción.

El soldado que resucitó cuando tocó los huesos de Eliseo representa a todos aquellos que no solo han nacido de nuevo, sino que han servido al Señor, que han estado al frente de la batallas, pero que ahora o están heridos o muertos. Y hay esperanza; la unción puede resucitarlos. Puede sanar sus vidas, puede restaurar matrimonios, puede recuperar hijos, puede salvar familias enteras. Por el camino de la unción del Espíritu Santo.

Armando Carrasco Z.

viernes, 28 de agosto de 2009

Aún de muerto.

Hay un pasaje que realmente me ha cautivado en estos días; está en el segundo libro de los Reyes capítulo 13, versículo 21 que dice:

“Y aconteció que al sepultar unos a un hombre, súbitamente vieron una banda armada, y arrojaron el cadáver en el sepulcro de Eliseo; y cuando llegó a tocar el muerto los huesos de Eliseo, revivió y se levantó sobre sus pies”

Esto es verdaderamente increíble. La unción permaneció en los huesos de Eliseo. De este pequeño pasaje podemos aprender algo importante de la unción.

1. La unción cuando es derramada en alguien permanece.
2. La unción puede penetrar hasta los huesos.

Entre más estés en contacto con el aceite de la unción más va a penetrar en nosotros. Puede ser que busques la unción y la consigues. Una vez. Pero si de manera continua la estás buscando este aceite va a ir impregnándote de tal manera que tu vida absorberá profundamente todas sus cualidades.

Es como el overol de un mecánico. Está tanto tiempo en contacto con el aceite de los autos que llega el momento que todo el overol huele a aceite, que todo el overol se le ve el aceite y por más que quisieran lavarlo llega a resultar imposible. Así es la unción, entre más tiempo pasemos con el Espíritu Santo, más se nos va a pegar ese aceite santo. De tal manera que será visible, oleremos a Su presencia, y aún cuando muramos nuestros huesos estarán impregnados de Su unción.

El aceite tiene una característica cuando lo untas, busca la manera de penetrar aquello donde es derramado, por eso cuando un tornillo está atorado le echamos aceite y esperamos a que poco a poco se vaya introduciendo por los canales del tornillo hasta que pueda ser aflojado. Lo mismo pasa con el aceite del Espíritu Santo cuando es derramado en nosotros, poco a poco va penetrando nuestra vida hasta llegar a lo mas profundo de nuestro corazón… y como vemos en este pasaje, llega hasta los huesos.

Otra cosa, no necesitó Eliseo estar vivo y orar por el soldado muerto, la unción hizo todo. Ahora lo que nos toca es buscar la manera de ser ungidos con el aceite del Espíritu Santo todo el mayor tiempo posible y dejar que nuestra vida lo absorba… y confiar que esa unción tiene el poder de actuar por sí sola, no es tu oración, no son tus palabras, es Dios el que actúa. Es la unción que deja en ti.

Armando Carrasco Z.

lunes, 1 de diciembre de 2008

El fuego de Su presencia V.

El fuego también representa el inicio de la libertad de la esclavitud. Para Moisés y el pueblo hebreo la libertad empezó con el llamado en la zarza ardiendo, con ese fuego que no consumía la planta. Una vez que Moisés entendió el mensaje y le creyó, tomó el paso de ser el libertador de Israel.

Lo mismo pasó con los apóstoles, ellos estaban esperando el poder prometido por Jesús y cuando se les aparecieron las lenguas de fuego sobre ellos, empezó la liberación masiva de la raza humana. De la esclavitud a libertad.

A veces con el pasar de los años ese fuego mengua y el hombre pierde esa pasión por las almas, esa pasión por liberar a la gente de sus cadenas. Y cíclicamente volvemos a ser envueltos por esas llamas divinas del Espíritu Santo que queman toda incredulidad y pasividad y nos empuja a llevar el mensaje de liberación.

Sin embargo hay algo más. Cuando hay fuego de Su presencia de por medio, el mensaje se vuelve poderoso. A veces la inercia de la vida nos lleva a predicar el mensaje de salvación sin el fuego y los resultados son mínimos. Pero cuando buscamos el fuego, así como los discípulos se quedaron reunidos orando y esperando la llenura del Espíritu Santo, entonces el mensaje cobra vida, cobra poder.

Así como Moisés se enfrentó a comunicar un mensaje a miles de personas, así nos toca enfrentarnos para dar el mensaje a miles de gentes que necesitan conocer el camino de la vida. Y sólo podemos lograrlo con el poder que sólo nos puede dar el fuego de Su presencia.

Si estás trabajando en el Reino, pero de alguna manera te das cuenta que tu trabajo no da mucho fruto, es tiempo de ser quemados por Su fuego. El está listo y deseoso que le pidas se sumergido en ese bautismo de fuego. Él sabe que lo necesitas. Sin embargo es necesario pedírselo. Recuerda lo que dice Lucas 11:13

“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”


Él mismo nos está diciendo que se lo pidamos. No te tardes y empieza a pedirle que te llene del fuego de Su presencia ahora mismo. La diferencia es notable. Nunca más querrás caminar sin el fuego prendido en ti.

Armando Carrasco Z.

lunes, 24 de noviembre de 2008

El fuego de Su Presencia IV

Siguiendo con nuestro pequeño estudio del fuego de Dios, vemos algo que le sucedió tanto a Moisés como a los discípulos después de su encuentro con el fuego del Espíritu Santo; fue evidente que Dios se les presentó. No pudieron ocultarlo. Era imposible.

“Y habló Aarón acerca de todas las cosas que el Señor había dicho a Moisés, e hizo las señales delante de todo el pueblo. Y el pueblo creyó; y oyendo que el Señor había visitado a los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron” Éxodo 4: 30-31

Moisés llegó con una varita normal, común y corriente que después de la Zarza ardiendo se convirtió en una señal del poder de Dios. Los que lo vieron no pudieron discutirle que verdaderamente Dios le había hablado.

“Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían todas las cosas en común.” Hechos 2: 43-44

Y por el otro lado le pasó lo mismo a los discípulos, ellos personas normales comunes y corrientes, la mayoría de ellos sin preparación para el “ministerio” se llenaron de poder y la gente pudo ver que habían sido visitados por Dios mismo.

El poder es la señal o evidencia de haber estado en el “fuego de Dios”. Es una evidencia de llevar un mensaje divino. De haber sido comisionados por Dios.

Dios sabe que necesitas ese poder para cumplir su misión, por eso te equipa y esa dotación es poder divino, es poder sobrenatural. Cuando Dios te visita y te un encargo es inevitable que recibas su poder para ejecutarlo.

El problema es que muchas veces no lo usamos, no accedemos a ese poder y trabajamos en nuestras fuerzas, con argumentos informativos.

Y la cuestión es que de alguna manera todos tenemos un llamado, no el mismo llamado pero todos tenemos un llamado, unos son llamados a la alabanza, otros a los negocios, otros al discipulado, otros al servicio, en fin todos tenemos un llamado y debemos buscar el poder que Dios nos da para cumplir cabalmente dicho llamado.

Hay una tarea inconclusa que nunca debemos olvidar, tarea para la cual Dios equipa sobremanera a Su Iglesia; el llamado de llevar el evangelio a toda criatura. Esta tarea es para todos, desde diferentes trincheras pero es para todos. Para ejecutar esta tarea nos ha equipado precisamente con ese fuego del que estamos estudiando. Es el fuego de Su presencia. Lo que llevamos al mundo es a Dios, lo que presentamos a las personas es a Dios, no les llevamos argumentos sobre papel, les presentamos a Dios vivo.

Armando Carrasco Z.

martes, 18 de noviembre de 2008

El fuego de su presencia III

Continuando con nuestros personajes, tanto Moisés como los discípulos fueron puestos en una esfera de milagros. El fuego que se presentó en ambos casos los sumergió en un ambiente de señales y maravillas.

Moisés, como todos sabemos, se presentó ante el Faraón con milagros y se despidió con uno de los más grandes de toda la historia; el camino abierto en medio del mar. Cumplió con su misión.

Los discípulos por su parte se presentaron ante la gente con señales y maravillas, llegando al grado que la sola sombra de Pedro sanaba a las personas cuando él pasaba a su lado.

Esos “detallitos”, provocaron una chispa en ellos, tanto en Moisés como en los apóstoles. Una chispa que los cambió de por vida.

Moisés tenía miedo de hablar por parte de Dios, vemos que Moisés le dice a Dios: “¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?” Después de un rato de conversar con Dios Moisés queda convencido y vemos que con aplomo decide obedecer a Dios. Cada vez que veía el respaldo de Dios, quedaba más seguro de lo que hacía.

Igual pasó con los discípulos, cuando Judas entregó con soldados a Jesús todos sus discípulos huyeron. El miedo se apoderó de ellos de tal manera que a la “hora de la verdad” lo único por lo que vieron fue por proteger sus propias vidas. Pero todo cambió después del famoso “pentecostés”. Tuvieron la valentía para predicar el evangelio aún a costa de sus propias vidas.

En ambos casos el fuego cambió los corazones. Ese es el fuego de Dios. Esa chispa que cambia una vida. Un poder sobrenatural que se introduce en lo mas profundo de nuestro ser para cambiarnos radicalmente.

Esa es la razón por la que cuando veas una zarza ardiendo debes acudir. Esa es lar razón para que cuando escuches un estruendo como de viento recio, debes acudir. Para estar expuesto al fuego divino.

Las consecuencias del fuego de la presencia de Dios son permanentes, cuando eres alcanzado por esa llama divina tu corazón sufre una combustión interna que te impulsa hacia tu destino. Ya no son solo palabras, ya no es la información que tienes en la mente acerca de Dios, es la pasión encendida provocada por Su presencia lo que te mueve, lo que te sostiene, lo que te da vida.

Armando Carrasco Z.

lunes, 3 de noviembre de 2008

El fuego de Su Presencia II

Analizando los dos pasajes que estamos estudiando, tanto el de Moisés cuando tuvo su encuentro con Dios en la Zarza ardiendo, como en el pasaje de los apóstoles que fueron bautizados con el Espíritu Santo el día de pentecostés. Vimos que en ambos casos se le dio una misión.

Ahora estudiaremos que también en ambos casos recibieron poder.

Vemos en Éxodo 4:2-4 “Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara Él le dijo: Échala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella. Entonces dijo Jehová a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se volvió vara en su mano."

Dios después de hacer una manifestación de su presencia en la zarza ardiendo le da una misión a Moisés pero también le da el poder para alcanzar dicha misión.

Y vemos en Hechos 2:43 “…y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles.”

Lo mismo sucede con los apóstoles Dios se manifiesta con ellos, les da una misión pero también les da el poder para llevarla a cabo.

Lo mismo sucede actualmente; cuando Dios te da una misión no te manda a la guerra sin fusil, Él se presenta contigo te da una misión y te equipa con poder. No sólo manifiesta su Presencia, no sólo te llena de su Espíritu Santo sino que te encarga una misión y te da poder para levarla a cabo.

Cuando busques a Dios no te estaciones en las “zarzas ardiendo”, ni en “las lenguas repartidas como de fuego”, eso sólo es el principio de algo importante. Si te estacionas en las manifestaciones no podrás ver lo que realmente está sucediendo en el ámbito espiritual, en este entorno “algo” está moviéndose, “algo” quiere decirnos Dios o algo nos quiere encomndar y no sólo eso, sino que viene con un equipo especial que nos dará el poder para hacer lo que Él nos diga.

No está por demás recordar que todo lo que escuchemos en esos tiempos especiales debe pasar por el filtro de Su Palabra y por el consejo de otros creyentes. Es una forma de guardarnos de tomar caminos equivocados. Ya estudariemos a fondo los argumentos de este consejo.

Hay una frase que nos ayudará a entender y a recordar lo que estamos estudiando que dice: “Si Dios te manda, Dios te equipa”.

Armando Carrasco Z.