Siguiendo con nuestro pequeño estudio del fuego de Dios, vemos algo que le sucedió tanto a Moisés como a los discípulos después de su encuentro con el fuego del Espíritu Santo; fue evidente que Dios se les presentó. No pudieron ocultarlo. Era imposible.
“Y habló Aarón acerca de todas las cosas que el Señor había dicho a Moisés, e hizo las señales delante de todo el pueblo. Y el pueblo creyó; y oyendo que el Señor había visitado a los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron” Éxodo 4: 30-31
Moisés llegó con una varita normal, común y corriente que después de la Zarza ardiendo se convirtió en una señal del poder de Dios. Los que lo vieron no pudieron discutirle que verdaderamente Dios le había hablado.
“Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían todas las cosas en común.” Hechos 2: 43-44
Y por el otro lado le pasó lo mismo a los discípulos, ellos personas normales comunes y corrientes, la mayoría de ellos sin preparación para el “ministerio” se llenaron de poder y la gente pudo ver que habían sido visitados por Dios mismo.
El poder es la señal o evidencia de haber estado en el “fuego de Dios”. Es una evidencia de llevar un mensaje divino. De haber sido comisionados por Dios.
Dios sabe que necesitas ese poder para cumplir su misión, por eso te equipa y esa dotación es poder divino, es poder sobrenatural. Cuando Dios te visita y te un encargo es inevitable que recibas su poder para ejecutarlo.
El problema es que muchas veces no lo usamos, no accedemos a ese poder y trabajamos en nuestras fuerzas, con argumentos informativos.
Y la cuestión es que de alguna manera todos tenemos un llamado, no el mismo llamado pero todos tenemos un llamado, unos son llamados a la alabanza, otros a los negocios, otros al discipulado, otros al servicio, en fin todos tenemos un llamado y debemos buscar el poder que Dios nos da para cumplir cabalmente dicho llamado.
Hay una tarea inconclusa que nunca debemos olvidar, tarea para la cual Dios equipa sobremanera a Su Iglesia; el llamado de llevar el evangelio a toda criatura. Esta tarea es para todos, desde diferentes trincheras pero es para todos. Para ejecutar esta tarea nos ha equipado precisamente con ese fuego del que estamos estudiando. Es el fuego de Su presencia. Lo que llevamos al mundo es a Dios, lo que presentamos a las personas es a Dios, no les llevamos argumentos sobre papel, les presentamos a Dios vivo.
Armando Carrasco Z.
lunes, 24 de noviembre de 2008
martes, 18 de noviembre de 2008
El fuego de su presencia III
Continuando con nuestros personajes, tanto Moisés como los discípulos fueron puestos en una esfera de milagros. El fuego que se presentó en ambos casos los sumergió en un ambiente de señales y maravillas.
Moisés, como todos sabemos, se presentó ante el Faraón con milagros y se despidió con uno de los más grandes de toda la historia; el camino abierto en medio del mar. Cumplió con su misión.
Los discípulos por su parte se presentaron ante la gente con señales y maravillas, llegando al grado que la sola sombra de Pedro sanaba a las personas cuando él pasaba a su lado.
Esos “detallitos”, provocaron una chispa en ellos, tanto en Moisés como en los apóstoles. Una chispa que los cambió de por vida.
Moisés tenía miedo de hablar por parte de Dios, vemos que Moisés le dice a Dios: “¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?” Después de un rato de conversar con Dios Moisés queda convencido y vemos que con aplomo decide obedecer a Dios. Cada vez que veía el respaldo de Dios, quedaba más seguro de lo que hacía.
Igual pasó con los discípulos, cuando Judas entregó con soldados a Jesús todos sus discípulos huyeron. El miedo se apoderó de ellos de tal manera que a la “hora de la verdad” lo único por lo que vieron fue por proteger sus propias vidas. Pero todo cambió después del famoso “pentecostés”. Tuvieron la valentía para predicar el evangelio aún a costa de sus propias vidas.
En ambos casos el fuego cambió los corazones. Ese es el fuego de Dios. Esa chispa que cambia una vida. Un poder sobrenatural que se introduce en lo mas profundo de nuestro ser para cambiarnos radicalmente.
Esa es la razón por la que cuando veas una zarza ardiendo debes acudir. Esa es lar razón para que cuando escuches un estruendo como de viento recio, debes acudir. Para estar expuesto al fuego divino.
Las consecuencias del fuego de la presencia de Dios son permanentes, cuando eres alcanzado por esa llama divina tu corazón sufre una combustión interna que te impulsa hacia tu destino. Ya no son solo palabras, ya no es la información que tienes en la mente acerca de Dios, es la pasión encendida provocada por Su presencia lo que te mueve, lo que te sostiene, lo que te da vida.
Armando Carrasco Z.
Moisés, como todos sabemos, se presentó ante el Faraón con milagros y se despidió con uno de los más grandes de toda la historia; el camino abierto en medio del mar. Cumplió con su misión.
Los discípulos por su parte se presentaron ante la gente con señales y maravillas, llegando al grado que la sola sombra de Pedro sanaba a las personas cuando él pasaba a su lado.
Esos “detallitos”, provocaron una chispa en ellos, tanto en Moisés como en los apóstoles. Una chispa que los cambió de por vida.
Moisés tenía miedo de hablar por parte de Dios, vemos que Moisés le dice a Dios: “¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?” Después de un rato de conversar con Dios Moisés queda convencido y vemos que con aplomo decide obedecer a Dios. Cada vez que veía el respaldo de Dios, quedaba más seguro de lo que hacía.
Igual pasó con los discípulos, cuando Judas entregó con soldados a Jesús todos sus discípulos huyeron. El miedo se apoderó de ellos de tal manera que a la “hora de la verdad” lo único por lo que vieron fue por proteger sus propias vidas. Pero todo cambió después del famoso “pentecostés”. Tuvieron la valentía para predicar el evangelio aún a costa de sus propias vidas.
En ambos casos el fuego cambió los corazones. Ese es el fuego de Dios. Esa chispa que cambia una vida. Un poder sobrenatural que se introduce en lo mas profundo de nuestro ser para cambiarnos radicalmente.
Esa es la razón por la que cuando veas una zarza ardiendo debes acudir. Esa es lar razón para que cuando escuches un estruendo como de viento recio, debes acudir. Para estar expuesto al fuego divino.
Las consecuencias del fuego de la presencia de Dios son permanentes, cuando eres alcanzado por esa llama divina tu corazón sufre una combustión interna que te impulsa hacia tu destino. Ya no son solo palabras, ya no es la información que tienes en la mente acerca de Dios, es la pasión encendida provocada por Su presencia lo que te mueve, lo que te sostiene, lo que te da vida.
Armando Carrasco Z.
lunes, 3 de noviembre de 2008
El fuego de Su Presencia II
Analizando los dos pasajes que estamos estudiando, tanto el de Moisés cuando tuvo su encuentro con Dios en la Zarza ardiendo, como en el pasaje de los apóstoles que fueron bautizados con el Espíritu Santo el día de pentecostés. Vimos que en ambos casos se le dio una misión.
Ahora estudiaremos que también en ambos casos recibieron poder.
Vemos en Éxodo 4:2-4 “Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara Él le dijo: Échala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella. Entonces dijo Jehová a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se volvió vara en su mano."
Dios después de hacer una manifestación de su presencia en la zarza ardiendo le da una misión a Moisés pero también le da el poder para alcanzar dicha misión.
Y vemos en Hechos 2:43 “…y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles.”
Lo mismo sucede con los apóstoles Dios se manifiesta con ellos, les da una misión pero también les da el poder para llevarla a cabo.
Lo mismo sucede actualmente; cuando Dios te da una misión no te manda a la guerra sin fusil, Él se presenta contigo te da una misión y te equipa con poder. No sólo manifiesta su Presencia, no sólo te llena de su Espíritu Santo sino que te encarga una misión y te da poder para levarla a cabo.
Cuando busques a Dios no te estaciones en las “zarzas ardiendo”, ni en “las lenguas repartidas como de fuego”, eso sólo es el principio de algo importante. Si te estacionas en las manifestaciones no podrás ver lo que realmente está sucediendo en el ámbito espiritual, en este entorno “algo” está moviéndose, “algo” quiere decirnos Dios o algo nos quiere encomndar y no sólo eso, sino que viene con un equipo especial que nos dará el poder para hacer lo que Él nos diga.
No está por demás recordar que todo lo que escuchemos en esos tiempos especiales debe pasar por el filtro de Su Palabra y por el consejo de otros creyentes. Es una forma de guardarnos de tomar caminos equivocados. Ya estudariemos a fondo los argumentos de este consejo.
Hay una frase que nos ayudará a entender y a recordar lo que estamos estudiando que dice: “Si Dios te manda, Dios te equipa”.
Armando Carrasco Z.
Ahora estudiaremos que también en ambos casos recibieron poder.
Vemos en Éxodo 4:2-4 “Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara Él le dijo: Échala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella. Entonces dijo Jehová a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se volvió vara en su mano."
Dios después de hacer una manifestación de su presencia en la zarza ardiendo le da una misión a Moisés pero también le da el poder para alcanzar dicha misión.
Y vemos en Hechos 2:43 “…y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles.”
Lo mismo sucede con los apóstoles Dios se manifiesta con ellos, les da una misión pero también les da el poder para llevarla a cabo.
Lo mismo sucede actualmente; cuando Dios te da una misión no te manda a la guerra sin fusil, Él se presenta contigo te da una misión y te equipa con poder. No sólo manifiesta su Presencia, no sólo te llena de su Espíritu Santo sino que te encarga una misión y te da poder para levarla a cabo.
Cuando busques a Dios no te estaciones en las “zarzas ardiendo”, ni en “las lenguas repartidas como de fuego”, eso sólo es el principio de algo importante. Si te estacionas en las manifestaciones no podrás ver lo que realmente está sucediendo en el ámbito espiritual, en este entorno “algo” está moviéndose, “algo” quiere decirnos Dios o algo nos quiere encomndar y no sólo eso, sino que viene con un equipo especial que nos dará el poder para hacer lo que Él nos diga.
No está por demás recordar que todo lo que escuchemos en esos tiempos especiales debe pasar por el filtro de Su Palabra y por el consejo de otros creyentes. Es una forma de guardarnos de tomar caminos equivocados. Ya estudariemos a fondo los argumentos de este consejo.
Hay una frase que nos ayudará a entender y a recordar lo que estamos estudiando que dice: “Si Dios te manda, Dios te equipa”.
Armando Carrasco Z.
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